La inteligencia artificial puede generar diseños, pero no puede crear deseo. Ésta es la forma de usar la IA sin perder lo que realmente importa: el gusto, la creatividad y la conexión con su audiencia.
Borderline combina dos mundos que, en principio, parecen incompatibles: la inteligencia artificial y la artesanía tradicional.
Quizá no conocías esta marca, pero me da la sensación de que a partir de este momento se va a convertir en una de esas marcas que irás revisando de vez en cuando para ver qué están haciendo.
Este es uno de esos casos en los que me encantaría tomar un café con el fundador para que me cuente cómo ha nacido su idea. He buscado información sobre él, sin éxito. También he buscado alguna entrevista, incluso su perfil de Linkedin, simplemente con el objetivo de conocer su bagaje para identificar de dónde ha podido venir la inspiración para crear este concepto. Pero no, no le verás públicamente. De hecho, ese misterio es algo muy presente en esta marca.
Enseguida comentaremos este aspecto, pero antes, déjame contarte algo sobre lo que hacen.
Es una marca de moda, con prendas de estilo streetwear con un toque futurista elevado a toda su experiencia. El primer boceto de sus prendas no nace del lápiz de un diseñador, sino de Midjourney, un modelo de IA generativa que probablemente conocerás. La “máquina”, a petición de su fundador, propone las formas, las texturas y los volúmenes iniciales, pero eso es solo el inicio del proceso. Después entra en juego la parte humana: los miembros de su equipo traducen esas ideas a la realidad usando editores como Photoshop, salvando los límites de la física “discutible” que propone la IA en sus propuestas, que como te puedes imaginar no tiene muy en cuenta ni el peso y gramaje del tejido ni, por supuesto, la gravedad.
Pero hay algo más que define a Borderline, de lo cual te he hablado antes: su identidad es el misterio.
La marca está construida bajo el arquetipo de El Mago, aquel que “transforma lo ordinario en extraordinario a través del conocimiento oculto y la experimentación” según la definición académica. Traducido a cristiano, implica que no revelan demasiado, pero que cada pieza que lanzan parece parte de un ritual elaborado con cuidado. Con mimo.
Sus comunicaciones, su estética y su manera de lanzar productos generan intriga. El panorama actual está totalmente saturado de marcas, y muchas de ellas ya practican el contar abiertamente lo que hacen, pero mi sensación con ellos es que tienen ese toque de sutileza que transmite exactamente lo que buscan.
Este modelo de trabajo, y de estilo, crea prendas que parecen salidas del cerebro de un guionista de ciencia ficción: proporciones exageradas, volúmenes y un estilo que se sitúa en el filo entre lo futurista y lo artesanal.
Y por cierto, un detalle clave: validan cada diseño con datos reales de clientes antes de pasar a producción.
Sigamos profundizando.
Hay tres aspectos que quiero destacar.
La marca tiene los elementos necesarios de las marcas bien trabajadas. Con cintura… Esas que hoy venden una cosa, pero que su mensaje y expresión admitiría un cambio de rumbo en un momento dado.
Por ejemplo, dan al packaging y a la experiencia de compra el mismo nivel de cuidado que al producto en sí. Cada detalle está diseñado, y mi apasionado lector sabrá que esto no es habitual. Transmitir esa sensación de exclusividad y sofisticación solía ser cosa exclusiva del lujo, y estos están sabiendo jugar con los detalles.
La sensación que consiguen es que estás comprando algo mucho más caro de lo que realmente es.
Trabajan la percepción de valor con mucha maestría. Y como miman el proceso, comparten con su comunidad cómo se crean estos elementos, como si del producto en sí se tratara.
Para acceder a sus lanzamientos tienes que estar suscrito.
Juegan con la psicología de la compra:
Este sistema convierte cada compra en una validación, en un termómetro.
Cuando alguien recibe un producto de Borderline, sabe que pertenece a un grupo exclusivo. Y despertar ese sentimiento de pertenencia, para una marca, es oro.
Quiero destacar mucho este punto. Otra de las claves del éxito de Borderline es que no llenan su canal principal, Instagram, de contenido vacío. Cada publicación tiene un propósito y una narrativa detrás.
Enfocar así el movimiento “build in public” es fundamental. Adaptarlo a lo que eres para jugar el juego al que tú quieres jugar, no al que la tendencia te obligue.
Lo dicho, Borderline demuestra que cuando cada publicación es tu arte, la audiencia lo aprecia. Si tu contenido es bueno, la gente lo leerá, lo comentará, lo compartirá y te prestará atención. Ciao algoritmo.
Vale, ahora vayamos con lo nuestro. ¿Qué podemos sacar de todo esto que sea aplicable a nuestras marcas?
El producto es solo una parte de la experiencia.
La forma en la que lo presentas, el packaging, el mensaje que transmites y hasta el olor del producto contribuyen a construir una sensación de exclusividad y de pertenencia.
El branding es esto. Es entender y mimar cada punto de contacto con el cliente. Desde el hilo de confección, hasta el packaging y los correos de confirmación de compra. Todo debe respirar lo que quieres ser y lo que quieres que el cliente sienta contigo.
Valoras más lo que no puedes tener fácilmente. Si puedes convertir tu producto en algo limitado o exclusivo, su atractivo se dispara.
Tienes dos formas de que tu marca valga mucha pasta: o tienes una distribución bestial, o tienes una comunidad de personas que valoran lo que haces y hablan de ti.
Borderline vende una identidad, una experiencia y un acceso a algo especial. ¿Puedes hacerlo con tu marca?
Estas estrategias pueden aplicarse en cualquier sector, cada uno a su manera. Busca y adapta estos principios de exclusividad, storytelling y generación de comunidad.
Esta marca es un excelente ejemplo de intersección entre tecnología, artesanía y creatividad. Utilizan la inteligencia artificial para generar ideas, experimentar con formas imposibles y optimizar procesos, pero hay algo que ninguna IA, por avanzada que sea, puede hacer: tener gusto.
El gusto no es solo una cuestión estética. Es una combinación de intuición, sensibilidad y criterio. Es lo que hace que una marca ilumine a su audiencia de una manera que un algoritmo no podría predecir del todo.
Borderline juega, diseña, e imagina gracias a modelos de IA generativa, pero final depende de criterio humano, sensibilidad y un entendimiento profundo de lo que realmente conecta con las personas. La elección de una tela específica porque “se siente mejor”. La decisión de crear un packaging que genere emoción e intriga al recibirlo. La forma en que comunican su historia, sin caer en lo obvio o predecible. La búsqueda de lo irracional.
La IA no puede reemplazar la intuición de saber cuándo algo simplemente funciona.
Lo que marca la diferencia es quién la usa y cómo la usa.